La carta a El País y Jesús Cacho

El periodista Jesús Cacho ha escrito un fantástico y ardiente artículo en “El Confidencial” sobre “El Caso Echevarría”:

“No sé si ustedes han tenido la oportunidad de leer la carta abierta de Echevarría. Si no es así, se la recomiendo vivamente. Leerla y guardarla como oro en paño, oro de muchos quilates, porque es un fiel reflejo de los usos y costumbres, los métodos de actuación del grupo Polanco. Y es que hay en España dos poderes fácticos, dos Estados dentro del Estado, uno de ellos, el más letal, el que patronea Jesús Polaco, el PFFR, el hombre cuya espalda palmotea el Monarca y ante quien humilla el poder político y el económico, todos muertos de miedo, ¡Ah, el arma del miedo! El miedo a la potencia de fuego de ese cañón Bertha que maneja el señor Polanco y cuyo ángulo de tiro ajusta con singular pericia ese aprendiz de Goebbels que es Janly, con su coorte de Ceberios y demás familia.”

“[…] No tengo el gusto de conocer a Ignacio Echevarría, pero desde aquí le envío mi más sincero abrazo solidario” Más >>

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Una respuesta para “La carta a El País y Jesús Cacho”

  1. No estoy de acuerdo con algunas cosas que dice Cacho. Es más, me parece que está equivocado con el calificativo de «censura» que le da al asunto. No es censura en absoluto que una empresa privada decida enredar/castigar a un colaborador/asalariado por su trabajo. A los efectos de lo que digo da igual que sea una empresa provilegiada por el estado porque, hoy por hoy y a pesar de todo, aún queda algún lugar donde meterse como periodista o crítico.

    Es de una injusticia atroz, no puedo pensar otra cosa, pero creo que no se debe equivocar el punto y por querer ser más contundente o más «fácil» de entender equivocar dónde está la gravedad del caso. Además, con el adjetivo de censura oculta el papel de, por decirlo así, colaboradores por omisión, de los que ahora se vienen quejando. ¿Es que no se habían dado cuenta hasta ahora o es que ahora empieza a peligrar no sé qué? Estas cosas no disminuyen la gravedad de los malos modos empresariales de la dirección de ese diario, pero deben decirse porque hace a los que protestan bastante menos buenos de lo que se pretenden. No sé si el «represaliado» o revoltoso o lo que sea merece mucho apoyo de nadie. Me creeré algo cuando, además de quejarse de los suyo, la emprenda con lo que es mucho más grave para un diario que son las campañas de mentiras contra los competidores.

    Dodgson.