La locura de la democracia sobre la propiedad y la libertad

Es el momento que nos ha tocado vivir. La democracia se respira en todas partes. Todas las decisiones concernientes a la sociedad y al individuo son tomadas por consenso. La democracia es el mejor sistema de todos o al menos, «el menos malo». Cualquier otro sistema, la dictadura, monarquías absolutas, teocracias… son sistemas inferiores que no garantizan el bienestar del Pueblo. La democracia no solo ha de defenderse con leyes dentro del país, sino ser fomentada en el exterior e incluso combatir mediante la fuerza aquellos gobiernos que se opongan a ella. Eso no significa que tengamos el sistema perfecto, pero se va ajustando mediante procesos democráticos llegando cada vez más a una mayor democracia.

El partido del Gobierno es elegido por la filosofía de un hombre-un-voto según un sistema sofisticado de contabilización. Toma el Poder aquel partido más anhelado por la sociedad. Los representantes del Pueblo escogen cómo hemos de vivir nuestras vidas conforme al sentimiento democrático y sus valores. La democracia asegura la convivencia entre todos al hacernos iguales.

Aquellas acciones que pueden perjudicar el buen funcionamiento del conjunto son prohibidas o restringidas mediante regulaciones, multas o licencias  por el bien del conjunto, y aunque puedan suponer restricciones a la libertad individual, crean un mayor bienestar ya que el control garantiza la seguridad de todos.

Los sindicatos y patronal negocian los salarios de las trabajadores para que sean lo más justos posibles para todos. No es el sistema perfecto, pero es el más eficiente que hemos encontrado para no caer en el tipo de sociedad de la Inglaterra del S. XIX donde los trabajadores eran esclavos del patrón. Y aunque este sistema de patro-sindicalismo tenga defectos, la corrupción el peor, siempre se va solucionando poniendo coto al papel de los agentes sociales.

Gracias a los gobiernos, al consenso que nos trae la democracia y las fuerzas de otras organizaciones paralelas al Gobierno, como el Banco Central, la actual crisis se va difuminando. La impresión de dinero ha ayudado a no caer en una crisis peor o más larga. De igual forma las ayudas a la banca, a las autopistas, a la prensa, a empresas con apuros no son populares ni las mejores, pero teniendo el sistema que tenemos, es el menos malo. Es lo más práctico en el corto y largo plazo. De lo contrarío, todo acabaría en catástrofe.

La democracia nos permite un mayor bien común a todos impulsando estilos de vida saludables y sostenibles, como la ecología que gracias a la insistencia del Gobierno en sus leyes nos permite un mejor futuro a nuestros hijos, aunque tal vez no sea suficiente por el momento. Son importantes estas leyes contra las actividades que van contra el bien común, para que todos vivamos mejor. Cualquier actividad contra el medio ambiente, también lo es contra las personas y se ha de gravar duramente. Si alguien quiere un todoterreno, que lo tenga, no impedimos la libertad, pero que pague el coste ecológico con más impuestos.

El pilar de la democracia es la libertad, pero no todo vale aquí. No hemos de confundir libertad con libertinaje. La gente no puede estar sin un control o la inseguridad, el caos y la pobreza nos asolarían. Ciertas actitudes y estilos de vida han de ser restringidos o controlados por el Gobierno. No podemos permitir que cualquier loco tenga un arma, la autorización de éstas ha de ser potestad del Gobierno democrático y soberano. Tampoco es sano permitir ciertos estilos de vida que relacionamos con la inseguridad, el vicio o el incivismo. Las drogas han de ser prohibidas. Como mucho podemos hacer una revaluación del cannabis ya que hay un nuevo colectivo que así lo pide. Más allá, otras actividades son malas, como beber, fumar, irse de mujeres o comer alimentos grasos y poco sanos. El Gobierno ha de regular mediante el sentimiento común y consenso cómo minimizar el impacto de estas sustancias o estilos de vida sobre la sociedad. Es que si no, al final esto lo pagamos nosotros saturando aún más la medicina Pública. Son lógicas más leyes sobre estos estilos de vida, impuestos y prohibiciones si hace falta.

Aunque estamos en el desarrollo aún de un gran estado europeo y no parece que vayamos muy bien, éste es bueno para todos. Es el consenso total. Estamos haciendo la Europa de los derechos sociales, una Europa con personalidad propia inspirada en los valores democráticos e igualitarios. Un mayor Gobierno nos dará mayor protección. ¡Nos jugamos mucho con este gran proyecto común! Nuestros hijos lo agradecerán con mayor bienestar y seguridad. Se resumen en la lucha entre la codicia de los mercados y el bienestar sostenible de todos.

El Capitalismo, a la vez, aunque no es el mejor sistema de todos, es el menos malo que hemos testado. Otros sistemas, como el comunismo no funcionaron en el pasado y por eso ha de ser preservado. Como mal menor mantenemos el Capitalismo, pero no podemos dejar que los mercados tomen el control de nuestra vida. Los políticos han de aprobar leyes y regulaciones para que no tenga un impacto negativo sobre la sociedad, especialmente cuando la avaricia irresponsable ha demostrado ser la única conductora de esta estructura. Controles de capitales, tasas tobin o impuestos a las transacciones financieras han de ser impuestas para minimizar el impacto que puede hacer la economía financiera a la productiva.

La democracia no puede permitir que haya empresas que solo piensen en el lucro desenfrenado sin respetar los valores humanos. Si una empresa no tiene una finalidad social, no tiene sentido y ha de ser regulada por el Gobierno. Y como todas las empresas funcionan pensando en el lucro y su cotización en bolsa, la regulación a las empresas, especialmente a las grandes, ha de ser continua. Tampoco es democráticamente aceptable que haya directivos de empresas que ganen 10, 20, 50 o 200 y hasta 1.000 veces el salario medio de un español. No es igualitario ni justo. Decisiones así, aunque sean tomadas de forma privada y sobre beneficios privados, han de ser restringidas.

La democracia nos dice que Todos Los Hombres Son Iguales. No puede haber discriminación privada ni pública sobre colectivos minoritarios, como gays, lesbianas, disminuidos físicos o psíquicos, mujeres, inmigrantes… La sociedad no está suficientemente evolucionada como para aceptar esta igualdad y el Gobierno electo ha de ponernos a todo al mismo nivel con leyes, esto es, aquellas llamadas de discriminación positiva. Si la naturaleza no nos ha hecho iguales, el Gobierno ha de hacerlo. Ya no solo en igualdad de condiciones, sino de ingresos también. ¿Por qué un negro o una mujer han de cobrar menos que un hombre? No es igualitario ni democrático.

La crisis ha traído un mayor aumento de las desigualdades y aumento de la pobreza. Una sociedad democrática no pude quedar al margen de este proceso y por eso el Gobierno ha de tener un papel activo en la ayuda de los más desfavorecidos repartiendo eficientemente las rentas. Más impuestos a los ricos y más ayudas a los pobres y clase media para que esta no se destruya. Así evitaremos exclusión social y graves casos de pobreza extrema. En realidad no es un gasto, sino una inversión para mantener la paz social.

En este sentido asistencialista, no podemos olvidar los pilares de la sociedad como la educación o la sanidad. La primera es inversión en la cultura y el futuro de los pequeños. La educación no puede ser de los mercados que solo piensan en el lucro y no en el bien de todos. Igual para la sanidad. Todos tenemos derecho a ella y el Gobierno la ha de asegurar en sus leyes. Sin discriminación. Es cosa de todos.

¿Tal vez no…?

Todo lo que ha leído hasta ahora es una auténtica locura nacida de la más profunda estupidez del ser apático, narcotizado y mentalmente plano que caracteriza nuestra sociedad. Son opiniones que podemos ver y oír, una y otra vez, en los medios de comunicación, sermones de políticos, en el metro, en el bar, en los anuncios de televisión, en boca de charlatanes, estafadores, sociópatas que defienden sus intereses para ganar más dinero y Poder, incluso entre otras personas idiotizadas en el trabajo…

Llevamos 100 años con estos discursos y todo siempre culmina igual, con más regulaciones, más impuestos sobre todos. Los ricos no acaban pagando nunca porque evitan los países que practican el expolio y latrocinio, como España y muy especialmente, la mayor calamidad que nos acecha ahora: La Unión Europea, refugio de inútiles, ladrones, lobbistas, burócratas que no han trabajado en su vida, intelectuales que solo piensan en su subvención y falsos defensores de los derechos del hombre que con esta excusa, y de forma zafia, roban el dinero al ciudadano medio para conseguir más riquezas y Poder.

Ni el Capitalismo ni la falta de regulación causaron la crisis. La causaron en primera instancia los bancos centrales con las mismas políticas que practican ahora. Los gobiernos solo hacen aumentar la pobreza con sus recetas de redistribución y asistencialismo forzoso. Las excusas humanitarias son el pretexto para aumentar los beneficios estatales con continuas subidas de impuestos en un momento de crisis brutal. A una sociedad que se desangra, el médico estatal le prescribe doble dosis de sanguijuelas.

La democracia es un sistema irresponsable. No es siquiera el «menos malo de los sistemas», sino posiblemente el peor que jamás ha existido, porque incluso el comunismo o el fascismo cayeron rápido, pero la democracia es una pérdida de bienestar y libertad continua donde se transfieren crónicamente los derechos del hombre a los dirigentes políticos y a los lobbistas.

En realidad, la democracia no es más que el mayor ataque a la libertad y los derechos de propiedad privada ya que son transferidos con falsos pretextos al dirigente que nunca consigue sus fines prometidos. Y es que ni siquiera le importa en realidad. El Gobernante no es más que un tirano de un sistema fallídamente-perfecto. Vivimos en una democracia formal, pero no funcional, ya que a juzgar por la realidad, el funcionamiento de la democracia no es más que la tiranía de las buenas intenciones. Y por más bienintencionada que esté, la democracia no es más que eso, una fría tiranía impersonal dirigida por sociópatas obsesionados en comprar votos con el propio dinero de los electores.

Si la sociedad o nuestro vecino no tiene derechos sobre nuestros estilo de vida, menos aún lo puede tener el Gobierno; que se ha desvinculado por completo de la realidad de la gente, su producción y necesidades. Hemos pasado de un corto y maquillado proceso donde el «Gobierno era el sirviente del Pueblo» al de «el Pueblo es quien ha de servir al Gobierno».

Incluso cuando muchos ven este proceso, son incapaces de romper con sus tabús y caen en el propio juego democrático, en su formalismo y verborrea. La dependencia hacia el Estado y de la política ha creado seres que solo piensan en términos de la falacia del falso dilema: «No me gusta la actuación de Estados Unidos sobre Afganistán, pero es que ellos son peores. Que siga la guerra». «No me gusta el PSOE, pero el PP es peor, voto al anterior». Su estúpido pragmatismo nos hace más que incrementar los problemas. El hombre actual ha perdido, totalmente, el sentido de justicia, de propiedad privada —sí, aquello de lo mio es mio y hago con él lo que me da la gana sin que tenga que pedir permiso a nadie— y libertad. En su atalaya de barro sacrifican día a día su justicia, propiedad y libertad para no perder lo poco que pretenden conservan. Pero por este camino lo perderán. Gracias al Pragmatismo no hemos hecho más que perder derechos de propiedades y libertad en los últimos 100 años. Son cobardes, son antiindividualistas. Si el hombre se comporta como una oveja ante el Estado, está claro que siempre va a ganar el último.

No se pueden combatir las enormes injusticias de la democracia, la política y las leyes, que recurrentemente son las mismas, con sus herramientas; porque están ideas para ser herméticamente inexpugnables. No se puede cambiar el sistema votando al partido de la oposición ni implorando a los tiranos que nos bajen impuestos, o nos den un poco más de libertad. Solo hay una salida real a esta gran injusticia democrática e igualitarista que mata, día a día, la diversidad social y del individuo: la insumisión silenciosa ante el Estado. Aquel hombre que quiera ser libre solo se lo ha de proponer y declarar la guerra al Gobierno, a sus impuestos que financian guerras, muertes, pobreza, corrupción, injusticias. Ha de declarar de forma unilateral la guerra a las leyes que regulan los estilos de vida de las personas porque todas, sin excepción, no son más que actos de tiranía contra el individuo y los colectivos en los que éste se asocia. En definitiva, la única libertad es renunciar, unilateralmente, al sistema democrático. El sentido común y la historia nos han demostrado que la democracia sólo es una excusa para trasladar los derechos de propiedad y libertad a unos pocos. Y así, nosotros, los hombres libres, seamos domesticados como ganado. No necesitamos gobiernos omnipotentes. Y es que en realidad, no necesitamos ni gobiernos.

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7 comentarios para “La locura de la democracia sobre la propiedad y la libertad”

  1. Fantástico este artículo.

  2. Muy buen artículo, pero…¿Cómo hacemos un mejor sistema?

  3. Yo a esto llevo unos años llamándolo resistencia activa que consiste en aprovecharse al máximo del sistema suministrándole lo mínimo posible. Es como convertirse en un peso muerto, un palo en la rueda. Pero siempre me queda la duda de si con ello provoco que el sistema se refuerce en controles y eficacia subyugante.

    • Antonio, de esa manera logras que los impuestos se los cobren a otro, y de esa manera es más injusto el sistema, lo que hay que buscar es prescindir del estado usando el libre mercado, y quizás otra moneda como el bitcoin.

  4. NO, no estoy de acuerdo. La democracia es solo una superestructura, una herramienta, no la base de la sociedad. Solo sirve para poder quitar al mal gobernannte. La base, el fundamento de la sociedad es el Marco Legal (leyes+jueces+policia+… ejercito). La gente lo que quieren es que funciona el Marco Legal (por esta razon a veces gana la dictatura (el comunismo, el fascismo, los taliban).
    http://etrusk.blogspot.com.es/2013/08/la-constitucion-radical-del-siglo-xxi.html

    • Creo que esto es caer, etrusk, en la falacia del leviatán. Es que siempre ocurrirá si tienes en cuenta al hombre como ser que actúa

  5. The Boston Tea Party agosto 15, 2013 a 11:41

    «Es el momento que nos ha tocado vivir. La democracia se respira en todas partes. Todas las decisiones concernientes a la sociedad y al individuo son tomadas por consenso»

    Confunde usted democracia, donde se proponen diferentes opciones y se decide en votación por mayoria, con concenso donde todos los participantes deben estar de acuerdo en la decisión a tomary los que no están de acuerdo son marginados y elimindos del sistema. Donde hay concenso no hay opciones y por tanto no hay democracia. En la Europa socialdemocrata todas las decisiones se toman por consenso, por tanto no hay opciones y por tanto no hay democracia.

    ¿conoce usted al sr Trevijano?