Rothbard y Kuwait


¿Por qué la guerra? La conexión Kuwait
Por Murray N. Rothbard (1926–1995)

‘The Irrepressible Rothbard’ —descripción del libroArticulo publicado en mayo de 1991 con el nombre «Why the war? the Kuwait connection» y recogido en el libro «The Irrepressible Rothbard«. Rothbard fue uno de los máximos pensadores de la Escuela Austriaca de economía, autor de unos 25 libros y literalmente miles de artículos, Rothbard (PhD, Columbia University) es considerado como el principal economista libertario (o anarcocapitalista) norteamericano, además de gran filósofo e historiador.
¿Por qué, exactamente, fuimos a la guerra en el golfo? La respuesta permanece confusa pero tal vez podemos encontrar una explicación examinando a la fuerte y ominosa Conexión Kuwait en nuestro gobierno. (Estoy en deuda con un excelente artículo en un oscuro tabloide de Nueva York, Downtown, por Bob Feldman, “El Caso Kissinger,” 27 de marzo). La Sabahklatura que controla el gobierno de Kuwait es inmensamente acaudalada, al tono de cientos de miles de millones de dólares, derivados del botín de impuestos/”regalías” extraídos de los productores de petróleo simplemente porque la tribu Sabah alega tener “soberanía” sobre ese valioso trozo de territorio. La tribu Sabah no tiene ninguna demanda legítima sobre los ingresos petroleros; no descubrió ni mezcló su labor o cualquier otro recurso con el petróleo crudo.

Es razonable asumir que la familia Sabah se encuentra lista para usar una modesta porción de su mal habida riqueza para comprar defensores y abogadores en el poderoso Estados Unidos. Ahora enfocamos nuestra atención en la siniestra pero casi universalmente Querida figura, el Dr. Henry Kissinger, un portavoz, consultor y servidor de por vida del Imperio Mundial Rockefeller. Kissinger es tan Querido, de hecho, que cuando quiera que aparece en Nightline o Crossfire, aparece solo, ya que parece lese–majeste (o incluso blasfemia) que cualquiera contradiga los banales y ponderosos pronunciamientos teutónicos del Grande. Sólo un puñado de quejones y descontentos de la extrema derecha y la extrema izquierda disturban este cómodo consenso.

En 1954, Kissinger, a los 31 años, experto en ciencias políticas y admirador de Metternich, fue arrancado de su oscuridad académica para convertirse en un consultor —para siempre—, de política exterior del gobernador de Nueva York, Nelson Aldrich Rockefeller. Doctor K continuó en ese augusto rol hasta que asumió el dominio de la política exterior durante toda la gestión de las administraciones de Nixon y Ford. En ese rol, Kissinger tuvo un papel muy importante en prolongar y extender la guerra de Vietnam y en el asesinato en masa de civiles que significaron los bombardeos de terror en Vietnam, los bombardeos secretos en Camboya y la invasión a Laos.

Desde que dejó su posición en 1977, el Dr. Kissinger ha continuado jugando un rol de alta influencia en la política de los Estados Unidos, en la prensa y en el imperio mundial Rockefeller. Fue Kissinger, junto a David Rockefeller, quien fue decisivo en la desastrosa decisión del Presidente Carter de admitir dentro de Estados Unidos al que había sido recientemente depuesto, el Shah de Irán, viejo amigo y aliado de los Rockefeller, una decisión que condujo directamente a la crisis del secuestro en Irán y a la caída de Carter. Hoy en día, Kissinger continúa sirviendo como síndico del poderoso Rockefeller Brothers Fund, como un consejero del Chase Manhattan Bank de Rockefeller y como un miembro del Comité Consultativo Internacional de Chase. La influencia de Kissinger en la prensa es evidente, por haber servido él en el consejo de dirección de CBS, Inc., y por haber sido un consultor pagado de Noticias NBC y Noticias ABC. Eso cubre a las tres redes.

Pero el principal y más lucrativo rol de Kissinger ha sido en la ciudad de Nueva York como cabeza de Kissinger Associates, fundada por un préstamo obtenido en 1982 de la firma de banca internacional, E.M. Warburg, Pincus and Company. Nominalmente, Kissinger Associates (KA) es una “firma consultora internacional” pero “consultor” cubre muchos pecados y, en el caso de KA, esto significa el uso de influencia política internacional para sus dos docenas, aproximadamente, de importantes clientes corporativos. En el reporte más completo sobre KA, Leslie Gelb, en la Revista New York Times del 20 de Abril de 1986, revela que en ese año, de 25 a 30 corporaciones pagaron a KA entre US$ 150.000 y US$ 420.000, cada una, por influencia política y “acceso”. Como Gelb suavemente lo pone: “Los consultores internacionales super estrellas (en KA) eran ciertamente gente cuyas llamadas telefónicas eran devueltas por altos oficiales del gobierno americano, y eran también capaces de dar entrada a los ejecutivos a reuniones con líderes extranjeros.” Yo me atrevo a decir que mucho más que mero acceso podía ser ganado de ese modo. Las oficinas de KA en Nueva York y Washington son pequeñas pero acarrean un fuerte impacto. (¿Es mera coincidencia que las oficinas centrales de KA, en Park Avenue, estén en el mismo edificio que las oficinas locales de la subsidiaria del Chase Manhattan Bank, el Banco Comercial de Kuwait?)

¿Quiénes eran estos “consultores internacionales super estrellas”? Uno de ellos, que en 1986 fue vicepresidente de KA, no es otro que el General Brent Scowcroft, ex consejero de seguridad nacional bajo el Presidente Ford, y jugando exactamente el mismo rol bajo George Bush, sirve como jefe arquitecto de la Guerra del Golfo. Uno de los más altos clientes del General fue la Kuwait Petroleum Corporation, perteneciente al gobierno de Kuwait, que pagó a Scowcroft por sus servicios por lo menos desde 1984 hasta 1986. Además, Scowcroft llegó a ser un director de Santa Fe International (SFI) a principios de los años 80, no mucho después que SFI fuera comprada por la Kuwait Petroleum Corporation en 1981. Juntándose con Scowcroft en el consejo de dirección de SFI, estuvo el viejo jefe de Scowcroft, Gerald Ford. Una de las actividades de SFI es perforar pozos de petróleo en Kuwait, una operación que, por supuesto, tuvo que ser suspendida después de la invasión de Irak.

Brent Scowcroft, está claro, ha disfrutado una larga y lucrativa conexión con Kuwait. ¿Es coincidencia que fue la presentación de Scowcroft, a nombre del Consejo de Seguridad Nacional, el 3 de agosto de 1990, la que de acuerdo al New York Times (21 de febrero), “cristalizó el pensamiento de la gente y consolidó el apoyo” para una “respuesta fuerte” a la invasión de Irak sobre Kuwait?

Scowcroft, a propósito, no agota la puerta giratoria de administraciones Republicanas para ejecutivos de Kissinger Associates. Otro máximo oficial de KA, Lawrence Eagleburger, subsecretario de estado bajo Reagan, ha retornado a una alta posición —después de un laburo en KA—, como vicesecretario de estado bajo George Bush.

También son vitalmente importantes en KA los miembros de su consejo de directores. Un director es T. Jefferson Cunningham III, quien también es un director del Midland Bank de Gran Bretaña, que también ha sido un cliente de KA. El punto fascinante aquí es que 10,5 por ciento de este banco de 4 mil millones de dólares pertenece al gobierno de Kuwait. Y Kissinger, como cabeza de KA, está por supuesto interesado en avanzar los intereses de sus clientes, que incluyen el Midland Bank y por lo tanto el gobierno de Kuwait. ¿Tiene esta conexión algo que ver con los puntos de vista ultraduros de Kissinger respecto a la Guerra del Golfo? Mientras tanto, Kissinger continua sirviendo en el Consejo Consultativo de Inteligencia Exterior del presidente Bush, lo cual da a Kissinger no sólo un canal para dar consejos sino también un acceso a información de seguridad nacional que podría resultar útil para los clientes corporativos de KA.

Otro cliente de KA es la Fluor Corporation, que tiene un interés especial en Arabia Saudita. Poco antes de la invasión del 2 de agosto, Arabia Saudita decidió comenzar un proyecto de 30 a 40 mil millones de dólares para expandir la producción de petróleo y otorgó dos enormes contratos petroleros a las corporaciones Parson y Fluor (New York Times, 21 de agosto).

Un miembro del consejo de directores de KA es el presidente de ARCO, Robert E. Anderson; ARCO, también uno de los clientes de KA, tiene compromisos de exploración y de perforación petrolera en el mar de China, en asociación con Santa Fe International, la subsidiaria del gobierno de Kuwait.

Otros miembros del directorio de KA son William D. Rogers, subsecretario de estado en la administración de Eisenhower, de la línea Dewey–Rockefeller, y líder Republicano de mucho tiempo en Nueva York; el ex presidente de Citibank (Rockefeller), Edward Palmer; y Eric Lord Roll, economista y presidente del directorio del London international banking house de S.F. Warburg.

Quizás el miembro más interesante del directorio de KA es una de las figuras más queridas en el movimiento conservador, William E. Simon, secretario del tesoro en las administraciones de Nixon y Ford. Cuando Simon dejó el puesto en 1977, se convirtió en un consultor de Bechtel Corporation, que ha suscrito los importantes, inmensos contratos de construcción para construir refinerías de petróleo y ciudades en Arabia Saudita. Adicionalmente, Simon se convirtió en un consultor de Suliman Olayan, uno de los más acaudalados y poderosos empresarios en Arabia Saudita. Habiendo sido durante mucho tiempo un cercano asociado de la petrolera y rica familia real saudita, Olayan había servido bien a Bechtel al conseguirle el multimillonario contrato para construir la ciudad petrolera de Jubail. En 1980, además, Olayan contrató a William Simon para que sea presidente de dos firmas de inversiones que pertenecían conjuntamente a él y al influyente príncipe saudita, Khaled al Saud.

Bechtel, los Rockefeller y la familia real saudita, han tenido por mucho tiempo una íntima conexión. Después de que los sauditas otorgaron al consorcio de Aramco Oil, dominado por Rockefeller, el monopolio de petróleo en Arabia Saudita, los Rockefeller trajeron a sus amigos de Bechtel para que formen parte de los contratos de construcción. La corporación Bechtel, por supuesto, también ha contribuido a George Schultz y Cap Weinberger para altos cargos en administraciones Republicanas. Para completar el circulo, Suliman Olayan, el antiguo jefe del director de KA, Simon, fue, en 1988, el más grande accionista en el Chase Manhattan Bank después del mismo David Rockefeller.

La secuencia es clara. Un viejo eslogan de la Nueva Izquierda mantenía que “no necesitas que un hombre del tiempo te diga en que dirección está soplando el viento.” De la misma manera, tú no necesitas ser un “teórico de la conspiración” para ver que está sucediendo aquí. Todo lo que tienes que hacer es estar dispuesto a usar tus ojos.

Traducido por John Leo Keenan

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