Sobre la ‘Falacia del Bien Común’ y el Gobierno Zapatero

Uno de argumentos habituales hoy día es lo que llaman «el buenismo». Esto es, hacer el bien por medio de la imposición. La sociedad no ha descubierto nada. Ya ha ocurrido toda la vida y lo vemos en nuestro día a día. A modo general, esta figura es muy común entre los padres. Cunado un progenitor reprime la acción de su hijo y éste muestra reticencia (llora, patalea, se enfada…), el adulto le argumenta: «esto es por tu propio bien hijo». Bien, no es muy difícil engañar a un niño. Es un argumento facilón y simple que el niño puede llegar a entender y aceptar. Este tipo de argumento se le conoce como «racionalización» y es una falacia.

La racionalización, concretamente, es un mecanismo de defensa del ser humano para justificar sus actos represivos hacia los demás transvistíendolos de una aparente lógica.

El Gobierno de Zapatero se ha convertido en un maestro en echar mano a este recurso. Recientemente hemos visto coartada nuestra libertad con medidas como:

  • Carné por puntos
  • Radares de tráfico
  • Aumento en la diversidad de «multas cívicas»
  • La Ley antitabaco de Leire Pajín
  • El cierre de webs de la Ley Sinde
  • La rebaja dela velocidad en autovías y autopistas a 110 Km/h

Nadie sabe realmente si el carné por puntos ha reducido las muertes a tenor de los continuos cambios de la DGT en sus conteos y de la opacidad en sus registros. Aunque si así fuera, ¿tiene permiso el Gobierno a dominar la vida de los demás? Es una cuestión de principios básicos. ¿Qué es la libertad, un derecho del hombre, o una licencia administrativa emitida y derogada por el planificador central y burócrata? La liberta es un principio inherente al hombre individual, permitir que otro nos la arrebate por la fuerza nos convierte en esclavos.

Aquellos con especial fobia o miedo a la libertad transfieren su libertad para conseguir una mayor sensación de seguridad. Es la libertad del esclavo. Éstos consideran que su libertad está limitada a las adversidades del destino que un dictador civil y económico puede evitar mediante la magia de las prohibiciones. Evidentemente, su peor miedo no es la represión del político, sino el «caos», la libertad. El esclavo se siente abrumado ante un mundo de inseguridad e incertidumbre y continuamente pide más control, regulación y prohibiciones. Considera que limitar los riesgos del futuro es otorgar más libertad, cuando son dos procesos independientes. La mejor forma de fomentar esta psicosis es mediante la falacia del bien común. Fíjese en las pensiones. El Gobierno tomó como monopolio nuestro futuro. Todo aquel que tiene más de 40 años ya sabe que no va a cobrar una pensión como para vivir. Las pensiones estatales no nos han hecho más libres al llegar a la tercera edad, sino más dependientes de nuestro amo. La razón estriba en que el Gobierno, ni ninguna persona, sabe qué es bueno para el bien común. Este concepto es una entelequia moral, una justificación.

Las bases lógicas que dieron pie a las anteriores acciones del Gobierno ZP son igual de oscuras. Todas se refugian en creencias emotivas, clientelistas, corporativistas y personales. ¿Si los radares son para reducir los accidentes, porqué se esconde la policía para hacer las fotos? ¿Por qué los radares están situados mayoritariamente en zonas de nula siniestralidad? Los radares generalmente se colocan en largas rectas y bajadas que es cuando la gente «se anima» sin darse cuenta. Su función es totalmente recaudatoria. Aprovecha descuidos para convertir al ciudadano en un criminal.

El principal factor por el que el argumento del bien común es falso se debe a que quien lo ejerce, no posé un valor real y objetivo de la bondad. En el momento que no somos responsables de las acciones, deseos, actitudes y forma de pensar de los demás, no podemos afirmar realmente que hacemos algo por el bien de los demás cuando éste se opone a tal acción. Esto equivale a afirmar a que hay gente con una mentalidad capaz de abarcar todos los estilos de vida de la humanidad y ponderarlas por igual. Si tal tipo de persona existiera, nunca podría tomar decisiones colectivas porque no hay unanimidad, salvando solo los crímenes. ¿Y por qué se crean entonces tales leyes y prohibiciones? Porque responden a intereses individuales —logrolling y rent seeking— camufladas de buenismo.

Para criminalizar estilos de vida el Gobierno suele tomar la parte por el todo, o crea de la anécdota una norma general. Ha conseguido, por ejemplo, que la gente crea que el tabaquismo es una epidemia o un grave atentado a la salubridad de las personas. Fumar es un estilo de vida, no una epidemia. Tratar un estilo de vida como una epidemia es un acto propio de tiranos. Hace un tiempo la DGT hizo una campaña publicitaria en la que equiparaba un conductor con un francotirador. Afirmaba que si corres, te vuelves un asesino. Es una falacia grotesca que solo una sociedad idiotizada por el buenismo se puede creer. Un asesino vive de matar a personas, un conductor no.

La Falacia del Bien Común nos dice básicamente que las acciones tomadas son impopulares e intrusivas en la vida de las personas. No son un fin, solo una mera justificación de acciones arbitrarias. Cuando oiga: «la nueva ley de__________ es por el bien común, o de todos», quieren decir que es un ataque a una parte importante de la sociedad.
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2 comentarios para “Sobre la ‘Falacia del Bien Común’ y el Gobierno Zapatero”

  1. El otro día oí en una cola, no sé si en la del pan o en la del autobús, a dos señoras, viudas y pensionistas, hablando, y en un momento, le dice una a la otra: – a mí me han dado una de unos 6 euros en enero de la paga esa que dan para compensar.
    La otra dijo: -bueno, mientras nos sigan dando y no nos lo quiten…

    Con una mentalidad así, corroboro que lo que tenemos es o voluntad de esclavitud o esclavitud voluntaria.

  2. Dramático lo que cuentas. No cabe un borrego más en este país.