Pablo Iglesias teoriza en Jauja

Pablo Iglesias, el mediático profesor de Ciencias Políticas en la Complutense y presentador de La TuerKa, escribe hoy en Público. Hace un interesante crítica al liberalismo en referencia al mercado laboral:

«Los liberales dicen que las políticas redistributivas y la igualdad conducen al totalitarismo y que es mejor trabajar por 500 euros al mes que no tener nada. Al fin y al cabo si tu ‘productividad marginal’ es de 500 euros pues no mereces más de 500 euros. Esta es la libertad: contratos libres entre individuos libres. ¿Para qué hacen falta entonces sindicatos? ¿Por qué debe haber absurdas regulaciones del Estado que limiten la capacidad contractual de las partes? ¿Qué es eso de un salario mínimo, como dice el Banco de España?».

«[…] ¿Qué hace falta para que alguien esté dispuesto a ganar 500 euros al mes trabajando a jornada completa? Pues lo mismo que hace falta para que una mujer migrante esté dispuesta a trabajar practicando felaciones en la economía sumergida por 10 o 20 euros: necesidad y miedo, nada más que eso. Y ¿saben cómo se construyen la necesidad y el miedo? Pues es bien sencillo, asegurando que el paro sea siempre una amenaza y recortando las prestaciones y las ayudas sociales».

Sintetizando. En nuestra sociedad hay poderes empresariales que tienen al Pueblo a su merced debido al sistema de libre competencia. Los empresarios abusan de este funcionamiento asalariando a la gente por rentas paupérrimas, que a la vez, generan precariedad y esto retroalimenta el propio sistema que permite tener al asalariado sumiso. No es más que una interpretación de la ley de hierro de los salarios ¿No le parece un poco conspiranoico?

En la edad media nació la fantasía de un lugar mítico llamado país de Jauja donde todo, absolutamente todo, era provisto por la naturaleza. Ríos de vino, árboles que daban lechones asados con cuchillo incorporado, con lo cual solo hacía falta servirse una ración, también había quesos por todas partes, dulces a la mano de cualquiera. En otras palabras, los recursos de todo tipo eran ilimitados. Un lugar así no necesita organizarse. No necesita de trabajo ni esfuerzo. No necesita ningún tipo de regulación económica. Pero imagínese que en Jauja entrase una banda de seres despiadados y acaparasen, de alguna forma, gran parte de los recursos dejando solo una pequeña parte al resto. ¿Sería justo? En realidad tal situación es lógicamente imposible. No se pueden acaparar los bienes libres por su sobreabundancia. ¿Le puede negar alguien el oxígeno que respira o la luz del sol?

Esta muy extendida la idea de que una parte de la población intenta hacer lo que resume Iglesias en su artículo: crear escasez forzada para someter a la población mediante el sistema capitalista. Desafortunadamente no vivimos en Jauja. Los recursos son escasos y han de ser repartidos. Se han de regular de alguna forma. Hay dos formas de regular los bienes (y servicios) escasos. Una de ellas es mediante la política usando mandatos imperativos conocidas como leyes. Una persona, un comité, una oligarquía o un director de la producción decide como se distribuyen los recursos. Son los Medios Políticos de Franz Oppenheimer, que definió como: “la indebida apropiación del trabajo de los demás”. Aquí solo se realizan confiscaciones de renta para ser transferidas a terceros, cuartos, quintos… La distribución de los medios políticos contemplan un método no voluntario que implican la fuerza y la violencia discrecional contra la población. Es el método de los impuestos. Un dictador de la producción expropia el trabajo de unas personas para repartirlos a su antojo, no de forma humanitaria en realidad, sino interesada. Caeríamos en la Falacia del Leviatán (falso argumento lógico del que hablo extensamente en mi libro, El Gobierno Es el Problema) si pensáramos seriamente que esta resdistribución es humanitaria y desinteresada. La redistribución de los medios políticos solo se basa en la compra de favores, votos e intereses. El socialismo es el mayor comerciante de las emociones humanas para someter a las personas y hacerlas dependientes del Poder. De hecho, tanto la lógica como la experiencia nos muestran que tal distribución solo empeora el bienestar del hombre generando corrupción, ineficiencias, colas y a nivel extremo desabastecimiento.

Como no vivimos en Jauja, el trabajo también es escaso. Y en España mucho debido a la nefasta estructura productiva del país y leyes a las que está sometida el mercado. Tales regulaciones a la economía crean colas y desabastecimiento en el mundo laboral. Cuando el mercado intenta consolidar esta situación solo puede hacerlo mediante precios bajos. No es que los españoles estén poco preparados, es que hay demasiados trabajadores dispuestos a trabajar en relación al hermético y estrecho sistema productivo que nos ha dejado el marco regulatorio del Estado. Y esto no es culpa del libre mercado. Esto no se arregla con leyes ni tiranos de la producción. Por ley no se crea trabajo, solo se perpetúan sistemas obsoletos, poco competitivos y precarios.

El segundo método de distribución del que habló Oppenheimer es el llamado Medios Económicos, el cual definió como: “el intercambio del trabajo de una persona por el de otra”. Son los contratos, el intercambio voluntario entre actores de una sociedad con diferentes intereses donde cada uno busca la necesidad del otro para satisfacerlo a cambio de un precio. Es un sistema de distribución moralmente pleno ya que no intervienen dictadores de la producción, ni el robo (impuestos), ni coacción, ni extorsión de ningún redentor moralista. El problema es que si restringimos este tipo de intercambio por razones morales, ecológicas, de dignidad, igualdad, soberanía… estaremos creando más escasez de la que ya había previamente. Estrechamos el mercado a la conciencia del dictador de la producción y sus lobbies. El intercambio se irá desvaneciendo, los servicios a ofrecer también, los productos a consumir también, y como no, afectará al trabajo y mercado laboral. Estaremos destruyendo innovación, riqueza, creatividad, libertad de elegir, opciones y la diversidad de los estilos de vida. ¿Creíamos que prohibir fumar en los locales privados no tendría repercusiones en el mercado ni en la diversidad de los estilos de vida? ¿Hemos de prohibir o incluso regular el consumo de drogas cuando sus resultados solo han sido la expansión del crimen, la mala calidad del producto, la violencia, corrupción institucional y, en absoluto su consumo? Es más fácil conseguir un gramo de cocaína que un antibiótico que requiere de prescripción médica. ¿Hemos de recurrir a un corrupto dictador de la producción para que imponga tributos a empresas o condiciones de trabajo, dignidad, igualdad en su propia propiedad privada? Esto repercute en el precio de los bienes producidos y en el mercado laboral creando exclusión y desabastecimiento. ¿Hemos de hacer leyes del salario mínimo para que los menos preparados no puedan acceder jamás a un puesto de trabajo? ¿Hemos de dejar nuestra suerte laboral a sindicalistas cuya única preocupación es su bienestar material y corporativo frente a «nuestros intereses» singulares? Los sindicatos no abarcan en su mente ni acciones nuestra conciencia y voluntad de conseguir nuestros logros.

Estamos viendo los resultados de todo este proceso. Miles de mesias inundan el parlamento, el congreso, las comunidades autónomas, municipios y órganos surrealistas como los de Europa. Todos ellos viven de nuestro dinero e ilusiones estrechando el mercado regulando nuestra propiedad y vida como si  fuera parte de su divina voluntad. Nuestras vidas no han de ser microgestionadas ni mejoradas por ningún visionario ni teórico que no aprecia siquiera la diferencia entre un mundo de Jauja, con el de la realidad donde los bienes son escasos.

El sistema laboral español es fruto de la hiper regulación. De haber dejado al Estado estrechar el mercado hasta reducirlo a una trinchera donde es imposible innovar, crear y hacer una estructura productiva sólida y libre. ¿Queremos acabar con este desabastecimiento de trabajo? Hay una solución sencilla y que tendría efectos inmediatos: apartemos al Estado de nuestras vidas y nuestra economía. El Estado, y los políticos, no son una referencia de producción, ni de moralidad, ni de bienestar; son los hijos naturales de la incompetencia, de la inmoralidad ya que se nutren del robo y el malestar social que ahora vivimos. Intentar reimplantar más de lo mismo, no es parte de la solución, es una condena.

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7 comentarios para “Pablo Iglesias teoriza en Jauja”

  1. Desearía nos permitiese utilizar su imagen para diferenciar socialismo de capitalismo, en un artículo que preparamos en Venezuela. Gracias, Franco D´Orazio

  2. Como siempre muy atinado. Gracias.
    Pero ¿quien es aquel profe de pelo largo a nombre Iglesias? ¿El hijo del cantante…?

    • No, es el fundador del PSOE y la UGT.

      • No Alejandro, es un profesor de universidad que escribe en el diario el público, y que últimamente es contertulio de intereconomia, aunque también ha ido a 13tv. Se dio a conocer en una de esas protestas de asalta el congreso. Es un marxista en los tópicos, lengua afilada, y sordo. Lo de sordo es en sentido figurado por que escucha, peo no oye.